Heavenletter # 5337 Publicada el 05 de julio 2015
Dios dijo:
Querido,
tú eres Mi Corazón, hablas por Mí, tú eres la Rosa de la Conciencia Divina que me representa.
Que tú me hables y Yo te
hable, es lo mismo.
Por más que pienses que
estás separado de Mí, que nadie en el
mundo puede escucharme, igual siempre Somos Uno
y el Mismo.
Si te desprendes del
ego, descubrirás que no hay separación entre tú y Yo, además podrás escucharme
y hablar directamente Conmigo.
Cuando vas más allá del
teatro habitual de la ilusión, hablar y escuchar es lo mismo, porque Yo estoy
dentro de ti.
Cuando aceptas Nuestra Unidad, borras los límites del Yo inferior y la individualidad, sólo
queda el Yo Soy que siempre está.
Te parece increíble imaginar
que Soy tu Sabiduría y que resido en
tu interior.
Entiendo que prefieras
que responda a la imagen que te alimentaron sobre Mí, como un Gran Dios que
está sentado con magnificencia en una montaña en el Cielo, a Quien le solicitas respuestas.
Tú mente-ego hace lo
posible para mantenerte en las preferencias de tu zona de confort, para que me
imagines como una voz que se escucha igual al eco en una barranca.
Prefieres que Yo sea una
voz externa, porque me imaginas como una enormidad separada de ti, difícil de
escuchar, por lo que te resulta imposible atreverte a venir hasta Mí.
Temes que si tomas
contacto Conmigo, tus pensamientos estallen, siendo que tú y Yo Somos Uno y lo Mismo.
En realidad temes perder
tus ideales si te contactas con tu Dios interior.
Sabes que existo, me
adoras, pero vacilas en unirte a Mí,
no quieres subir a la Cima de Nuestra Existencia.
La verdadera fidelidad hacia
Mí, implica la mayor fe que puedas
depositar en tu Ser, por lo tanto, deja de retirarte a ti mismo de la Unidad.
¿Qué opinas de ser Dios en un cuerpo humano?
¡Piénsate a ti mismo como Dios en un cuerpo humano!
Hazlo para que salgas de
los parámetros de la Mátrix que te hacen verte como un Ser atrapado en un
cuerpo humano, en algunos momentos como un canalla, en otros equivocado, pero nunca como Dios.
Siempre estás restringido por
las limitaciones de la ilusión, con la creencia de un destino predeterminado
que te incapacita en el acceso a las maravillas
del Universo, como rodear la Luna e ir más allá, al Infinito.
Temes descubrir el
linaje noble de tu Ser y la Herencia Divina presente en él.
Tú puedes elegir
percibir tu Divinidad ejecutando actos supremos revestidos de humildad, así veas que requieres alejarte de tu pequeño
Yo.
Cuando percibas eso, verás
la cáscara del ego que te recubre y que negar tu individualidad no incluye humildad, sino un acto extremo de orgullo
para desconectarte de tu Ser.
Tu desconexión implica
que niegas a tu propio Ser, a Mi Santidad dentro de ti y afianza más
tu falso sentido interior de separación.
¡Yo no estoy separado de ti, Yo Soy tú!
La diferencia está que, mientras Yo te percibo como Yo Soy Dios, tú dudas de Mí.
Amados
Hijos, Yo no dudo de Uds., estoy dentro de su Ser y no en el exterior, no
obstante, Yo no Soy más que todos Mis Hijos, Soy la Rosa de la Conciencia que
los orienta y llama de Regreso.
La Rosa de la Conciencia
Querido, la voz que
escuchas es la Mía y está desprovista de orgullo, está revestida de humildad.
Realmente estás muy
asimilado en las creencias que te mantienen en la ignorancia, por fuera de la
humildad, siendo está la principal causa de tu desvió del Ser.
Cuando te sientes solo, te
percibes abandonado por Mí, cuando en
realidad eres tú el que desatiende su Ser.
Entiendo que esto te
resulta difícil de controlar, porque prefieres quedarte con lo mundano.
Podría decirse que optas
por las imágenes inútiles de tu Yo
inferior para centrarte en la personalidad, sin importar que al excluir tu Ser, lo estés encarcelando.
De esta forma objetivizas
tu Ser y lo pones fuera de ti, porque
temes perder tu identidad en el mundo, por acercarte demasiado a los archivos de
una existencia en la ilusión con poco valor.
Por relegar
tu vida a las ataduras del cuerpo, evidencias el temor a la pérdida del pequeño
Yo y a salir de la visión que sueñas, que ocupas un lugar destacado en el mundo.
Cariño, la salida de tu
sistema de creencias, implica que me amas y lo haces contigo mismo con Amor Incondicional, que te permite vestir Mis Energías y practicar Ser Dios con toda tu
Esencia.
En cambio la devoción
que le rindes a la imagen de la pequeñez, te aleja de tu propio Ser, te hace
huir del Nombre de Dios, como si
fuera una entelequia de otra Dimensión totalmente ajena a ti.
Hablas de las Dimensiones del Ser pero le temes, e
incluso, tus falsas e infundadas presunciones, te mantienen con los dedos
cruzados cada vez que piensas en tu Omnipresencia.
Saltas por encima de tu
grandeza, para promulgar el conocimiento de la pequeñez, desconociendo,
obviamente, tu vastedad y Sabiduría de
Dios.
Esta es una forma de negar
la responsabilidad a Ser tú mismo, para continuar dibujando una imagen falsa de
tu Ser y fijar en el exterior a una que llamas Dios, que permanece en
lontananza.
Mientras tanto tú
ejerces de espectador en el mundo y sólo ves a Dios al final de tu existencia,
para que te castigue por lo mal que elegiste en tu vida.
Admito que tanto para
ti, como para el resto de Mis Hijos
les parezca inútil reclamarse a sí mismos en su interior a su propia Presencia de Dios.
No para que la proclamen
en el mundo, sino para lo hagas con tu propio Ser Dios a ti mismo y al Santo Universo.
Entiende que esto no
tiene relación con tu elevación,
tampoco con tu Omnipotencia.
Amados
Hijos, está vinculado con la responsabilidad que haga florecer a la Rosa de la
Conciencia que les indica que por más que están en la Tierra, siguen en el
Cielo.
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