Heavenletter # 5272 Publicada el 02 de mayo 2015
Dios dijo:
Querido, este es el
tiempo de perdonar, aprovéchalo para que te permitas librarte de los aferramientos
que endurecen tu corazón.
Vacíalo ahora mismo, ya
sabes que la dureza no pertenece a tu corazón.
Tu corazón está
destinado a desplegarse, sin apuros, ni rigidez.
¿Por qué estrangulas tu corazón?
¿Mientras lo haces, qué crees que estás haciendo?
¿Pensaste que cuando te niegas a perdonar, endureces tu corazón, porque te resistes a perdonarte a ti mismo?
No hay más remedio, necesitas
“dejar ir” el daño que llevas.
Pese lo que te hayan
dicho o hecho, incluso la peor cosa imaginable en el mundo, tienes que dejarlo ir.
No lo guardes contigo,
tú sabes mejor que quien te ofendió, que obró con desconocimiento de la Sabiduría interior.
Considera que permanecer
ofendido te significa estar desanudado en un entretejido que no te pertenece o
cargar con una mancha de tinta oscura derramada en la superficie blanca de tu
Ser.
Te implica portar con
problemas de audición, por simplemente no escuchar el pedido de liberación de
tu corazón.
Recapitula un momento, si
quien te ofendió hubiera sabido más sobre las consecuencias para tu corazón ¿lo habría hecho?
Sin importar la
gravedad, del mismo modo que el dolor puede resultarte difícil dejar ir, para la otra persona le
significa encontrarse atrapada en un impulso de una sola dirección, porque le
fallaron los frenos.
Piensa que también estás
atrapado en una sola dirección, porque no estás permitiéndote superar el
agravio.
Cuando te hablo de una
sola dirección me refiero que te encuentras aprisionado en la carretera de la
obstinación.
Te implica estar en una
compulsa para comprobar quién aprieta más las mandíbulas, durante más tiempo.
Si esta no es tu
postura, entonces “deja ir” para que
encuentres un desvío que te devuelva al camino principal.
Sal de los parámetros
del mundo que no sería correcto o seguro para ti cambiar de posición, ya que te
estás perpetuando en un crimen sobredimensionado que te ha catapultado a las
bajas vibraciones.
En efecto, te estás
disparando incesantemente con la misma arma y te mantienes en la sombra.
Amados
Hijos, recojan los pedazos de sus aferramientos y vuelvan a unir e integrar su Ser.
Sin aferramientos
Querido, el arma que
disparas es tu ira, apoyado en un falso sentido de justicia propia.
Comparto contigo que no
deberías haber sido maltratado y que no merecías un tratamiento irrespetuoso.
Sin embargo, no debes seguir maltratándote a ti mismo, ni a tu corazón, por obstinarte en permanecer enojado.
Te pregunto:
¿Qué beneficio te reporta custodiar el agravio con enojo?
¿Te ampara para poder juzgar la acción de quien te ofendió?
¿El ego te parece un buen árbitro?
Calienta la frialdad de
tu corazón, perdonándote por haber resguardado un daño del ego.
Extiéndete la mano a ti
mismo y coloca la ofensa fuera de tu camino.
El deshielo de tu corazón
no tiene precio, te significa la recuperación del Amor y la Felicidad para
contigo mismo.
Te implica ingresar en
el calor de tu realidad por haber “dejado
ir” lo que te mantenía prisionero del ego.
La superación de lo que
te encadena al pasado, te sitúa en el aquí y ahora, con múltiples oportunidades
para seguir nuevas direcciones.
Cariño, afloja el
torniquete, deja ir el pasado, para
que aflore el Amor hacia ti mismo.
Tú crees en las vibraciones del Amor, entonces bucea en
tu interior hasta encontrarlo.
Pon a tu corazón en el
sitio que le corresponde, recupera su calor para que le aumentes la
temperatura en tu vida.
Los aferramientos son una aberración que cometes contra ti mismo, al cederle espacio a los pensamientos limitantes.
Renuncia a las ofensas,
porque lo más intolerante es que te agravias a ti mismo.
Deja a un costado los
parámetros externos, no escuches sus susurros en el momento de decidir lo que
te beneficia, nadie sabe mejor que tú sobre ti mismo y tus conveniencias.
Sólo tú sabes que es lo que constriñe a tu corazón.
Yo también lo sé, tanto
como tú, así que no te demores, apúrate a acompasarte con el tic tac de la vida.
No te tomes un tiempo de
espera para “dejar ir”, porque el pasado no
es el lugar donde quieres estar.
Te aseguro que no te agrada estar aferrado a limitaciones que no valen la pena.
Toma la iniciativa y desapégate, sal de esta trampa en este momento, ¡ya!
Amados
Hijos, decídanse a soltar sus aferramientos, no tienen nada que perder, la
terquedad y la justicia propia son una desviación en el Camino de la Conciencia.
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