viernes, 24 de abril de 2015

Igual a mil Estrellas

Heavenletter # 5258 Publicada el 18 de abril 2015




Dios dijo:



Querido, tú eres igual a mil Estrellas.
Querido, tú eres igual a mil Estrellas.

Te digo esto por las dos formas que tienes de ver tu vida.

Sintiendo lástima por ti mismo apoyas la idea de ser una víctima, sin embargo hay mucho más en la vida que ser un vencedor o una víctima.

La vida no es una cuestión de mía o tuya, matar o morir, bien o mal, sí o no, claro u oscuro.

Por desgracia, los opuestos te hacen elaborar juicios de valoración para sopesar con una escala poco sensible lo maravillosa o imperfecta que te resulta la vida.

La vida en el mundo está estructurada entre la existencia e inexistencia, ser o no ser, realidad o ficción, blanco y negro, aparte de la gama de colores intermedios donde ondulan las oportunidades.

En el medio es donde entra en escena la comprensión, para diferenciar y entender los opuestos con la Verdad de la Misericordia.

Así es como podrás salir de la incomprensión o falta de entendimiento de los conceptos sobre las acciones equivocadas.

En la oscuridad que rodea a la falta de entendimiento, puedes confundir un árbol con un duende.

Por esta razón, antes de incluir o excluir a las personas en tu vida, tómate una pausa para repensar si será para tu mayor bien, el de los demás y el del mundo.

¿Te sirven de algo los juicios?

Entiendo que no siempre es tú intención mirar a otros desde las sentencias.

Muchas veces es una reacción inconsciente desprovista de mala voluntad, pero sin proponértelo juzgas a otros basado en suposiciones.

En este caso, te pido que guardes el microscopio mental para que seas más cuidadoso y cauteloso.

Reemplázalo por el telescopio de la visión interna, ya que ahí encontrarás una realidad profunda para te tomes distancia y te mantengas al margen de las críticas.

No se trata de ser imparcial, ya que no sería lo correcto, Yo diría que tendrías que ser más parcial con el Amor, para que modifiques la óptica, te favorezcas a ti y los demás.

Imagínate un mundo con parámetros regulados por el Amor, podrían ver los propios corazones y el todos los demás.

Amados Hijos, podrían verse unos a otros tal como Yo los veo, podrían favorecerse, bendecirse para hacer una diferencia en sus vidas, al hacerlas brillar con la Luz de mil estrellas.




Igual a mil Estrellas



Querido, incluso podrían aunar el brillo como Uno, para salir del falso sentido de separación, los tú, él, ella, ese o aquel.

La Verdad haría desaparecer la distancia entre Uds., borraría las fronteras, todos en el mundo se verían como una Unidad que comparten los mismos horizontes sin excepciones.

Si quieres que los demás se eleven más, tú debes subir más alto, no con una visión externa, sino interna.

No tiene sentido que sigas mirando afuera y señalando a los demás, ya que la Verdad está en tu interior.

Podrías salir de los pensamientos, emociones y percepciones distorsionadas, sobre lo bueno o malo del accionar propio y ajeno.

Si lo haces siempre pensarás con el corazón, la residencia de la Mente de Dios.

La mente humana no es insignificante, es un gran componente para la vida, tal como lo es la vitalidad para el corazón humano.

Lo que te estoy diciendo no es para golpear la mente humana, pero por más que pienses que en tu cuerpo ocupa el centro, no es así.

El corazón ocupa el centro de tu Existencia del Ser, es donde Yo estoy.

Mientras la mente piensa en todo tipo de cosas, el corazón determina o concluye lo que se da y recibe.

La rigidez no es signo de éxito para mantener latiendo en la Verdad al corazón.

La inflexibilidad es un anatema para el corazón, permite que la mente lo reemplace y oscurezca la Verdad.

La mente analiza y piensa siempre como verdadero o falso, mientras que el corazón regula la temperatura sin racionalizar.

La mente racionaliza, entonces todos en el mundo afirman que es la Verdad, siendo que a veces puede esconder una ilusión.

En cambio el corazón observa a todos en el mundo con los ojos del Amor, por basarse en la Verdad de Dios.

Amados Hijos, reemplacen la mirada exterior por la visión del Alma, así se aúnen como UNO y su Luz resplandezca con un brillo superior a mil estrellas.


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