Heavenletter # 5197 Publicada el 16 de febrero 2015
Dios dijo:
Querido, es inevitable que aprendas que cuando
juzgas te condenas.
Esto se reduce a renunciar ser “juez” de ti mismo,
alguien más e incluso un grupo completo de personas.
Excluirte y hacerlo con
otros en tu corazón, sea porque haces resistencia a tu forma de actuar o de los demás, incluidos los pensamientos, en realidad significa que estás actuando
desde el ego.
Al decidir sacar fuera de tu vista a lo que te
molesta desde la mente, te opones a tu existencia y la de los demás.
Implica que estás
obedeciendo a un mandato de tu mente y no al corazón.
Esto es lo que quiero
decir cuando expreso que las fallas que ves en otros, son una proyección mental
de tus propios pensamientos.
Si no puedes ver aquí lo
que proyectas, vamos a verlo de otra manera.
Cuando juzgas los
defectos de otro, te aparejas con lo que te desagrada y, después de hacerlo con
este Ser, delineas para ti mismo a los yerros que repeles.
Un ejemplo sería cuando
repudias la ofensa de un asesino, en cierto ámbito mental te consideras
bendecido por no proceder de la misma manera.
Luego, en un nivel más
sutil, erradicas al asesino, lo destituyes de tu corazón por considerarlo
indigno de ti.
Sin embargo, a nivel mental
estás aparejando tu comportamiento, por la sencilla razón que, si bien el otro dispuso
de la vida alguien, tú emulas su acción al juzgarlo y desterrarlo de tu pensamiento.
Encontraste al asesino
culpable y lo alejaste de tu mente, retribuiste su acción con represalia y lo
condenaste al ostracismo mental.
Se parece a encarcelarlo
en una pequeña celda fuera de tu vista, lo máximo que puedas, de manera que se
quede allí, totalmente excluido de la vida de tu mundo.
Lo has alejado de tu
Conciencia y no deseas recordarlo, por la costumbre de ajustarte a parámetros
prediseñados que rigen la conciencia social.
Este tipo de dictámenes regulan tu proceder porque se corresponden con un orden social correcto, para atender a los
contraventores del sistema.
Volviendo a las fallas que encuentras intolerables en otros, repercuten dentro de ti, por eso
necesitas ponerlos fuera de tu camino y Conciencia, igual que al asesino.
No quieres volver a
verlo, hablar u oír nunca más a ese Ser, como una forma de auto-imponer
límites y para no sufrir al contemplar su delito.
Este proceder en
realidad, revela que no quieres que se te recuerde a tu propia falta.
Existe una razón por la
que le llamo a cada uno de Uds. “Mi Hijo”.
Yo no los llamo “Mi adulto”, ya que en Esencia son Hijos Míos, los niños crecen
y tú estás creciendo en Comprensión en
este momento.
Esto es algo que muchos
de Mis Niños aún pueden no saberlo
con seguridad.
Hijos Amados, acéptense
en este Entendimiento, para que vean
a todos en la Tierra como a un niño, ya que posiblemente juzgarán menos y acogerán
a todos en sus corazones.
El aprendizaje es inevitable
Querido, cuando un niño rompe
algo, berrincha o dice una mentira, con seguridad no lo excluyes de tu corazón.
Un niño, aunque admita
que no rompió nada, incluso si fue sorprendido in fraganti y te haga enojar con
su negación, no lo sacas de tu corazón, tal como haces con un adulto.
Comprendes que el niño
no quiere ser víctima de una acusación, ya que está en una etapa que todavía
patina por la vida.
Entiendes que aunque
haya roto algo, el desea liberarse de la culpa y que no lo regañen, por lo cual
no mides su acciones como algo criminal.
Tiendes a abrazar a los
niños con más facilidad de lo que lo haces con los adultos.
A un adulto lo condenas
con prontitud, lo conozcas o no.
Desde Mi Visión puedo
garantizarte que, aunque seas mayor, en cuestión de aprendizaje, sigues siendo un niño para el Universo, ya que no
siempre sabes cómo proceder y por más que lo sepas, no lo haces.
Si te percibes a ti y a los
demás como niños, te resultará más llevadero el intercambio con tus hermanos,
con menos juicios y más aceptación.
Aprenderás
a reconocer que sus acciones son producto del desconocimiento, ya que si
supieran verdaderamente cual es su proceder, con seguridad sería otro.
Cariño, todos Uds. son
niños inocentes que están aquí para aprender
y crecer.
Yo no condeno a ninguno
de Mis Hijos, sé que todos en el
mundo están aprendiendo.
Una vez que te impulses
a ver desde un ángulo diferente, habrás aprendido.
No condenes a otros
niños por las carencias que veas, recuerda que están en la infancia del Ser,
para que no perpetúes en ti los errores ajenos y no los excluyas del corazón.
Hazlos a todos tus
hermanos y niños queridos en tu corazón, ya que la peor acción de un niño es ser
travieso.
A medida que continúes creciendo se extenderá, de forma natural, la aceptación de tus hermanos y
hermanas.
Esto no quiere decir que
todo está bien, que seas indulgente e ingenuo, simplemente que te permitas verlos
más amablemente y con más Amor, para que percibas, en primer lugar, a la Verdad.
Hijos Míos, en la vida el aprendizaje es inevitable, todos son
alumnos y algunos lo hacen con más facilidad que otros.
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