El Despertar de la Conciencia implica trascender a la influencia del ego y del dolor.
El ego está identificado con las formas de pensamientos negativos y
enfermos.
Quienes tratan de
deshacerse de él, lo hacen en el intento de acceder a la fuente de conocimiento
que les impulsará sus mentes con un cambio
de percepción.
Un ego sano en el hombre, le sirve para crecer con madurez y
autonomía, fuera de las limitaciones.
Mientras que un súper ego hace que el Ser se deslice e identifique con él, en una
búsqueda distorsionada y permanente de reconocimiento, control, dominio y
poder.
Otra identificación
distorsionada es un ego pequeño que incluye
a una autoestima baja, falta de confianza y reconocimiento, insatisfacción,
dependencia, insuficiencia y varias Energías
negativas de bajas vibraciones.
Cuando encarnamos como
un Ser humano está presente en nuestro ADN la Semilla de Dios, donde permanece intacta la Memoria Cósmica de nuestro verdadero Ser.
Todos nosotros
disponemos de este Átomo Divino, además de varias cualidades latentes, que a
medida que crecemos vamos sofocando o potenciando, según la influencia de
nuestro entorno.
Las habilidades que se
ocultan, son aquellas que en la niñez fueron tratadas negativamente en el
exterior, por falta de atención, valoración, incentivo, aprecio y más.
Muchas son rechazadas
por el Ser para evitar el castigo social y el consecuente dolor.
El ingreso de un niño a
la escolaridad le significa la creación de un “vacío energético”, porque le abre un hueco que lo aísla de las Cualidades
Divinas, para sumergirlo en los patrones de la Mátrix y el ego social.
Esto obliga al niño a
sustituir las habilidades innatas del Ser Espiritual por las de supervivencia,
para poder enfrentar y soportar el sufrimiento.
Comienza a construir la
estructura del ego, con la
identificación del No Amor, las limitaciones y negaciones, con el fin de
encajar en un sistema social que discrimina a quienes difieren de sus
normativas.
En el afán de esgrimir
cualidades aceptables para los demás, el niño acumula patrones de respuestas y
creencias que le permitirán sobrevivir en el mundo, pero bloquearán su Conciencia.
El ego se cimenta en la niñez, como un escudo que protege a nuestra
verdadera Esencia.
Sin embargo las
distorsiones y constricciones de la Conciencia
del Ego que nos acompañan
fielmente en la adultez, para no quedar expuestos al rechazo, nos sumerge más
en la tragedia.
Las alteraciones del ego nos mantienen en las limitaciones,
victimización, sensaciones de fracaso y de amenaza de la supervivencia, que
trasciende al resto de la humanidad y el planeta.
Este trastorno nos
enferma, agota las reservas energéticas, haciendo de nuestra vida y la de la Tierra, algo insostenible.
Por eso es que en este
momento se nos está pidiendo que Despertemos
a un cambio de Conciencia, para que dejemos de replicar el crecimiento compulsivo
del ego individual y social, a fin de
detener la destrucción unilateral que nos envuelve.
Despertar la Conciencia
En cada uno de nosotros
vive un Dios que irradia su Amor en nuestras Esencia, pero del que solo tenemos
pantallazos, debido al miedo que el ego
nos dispara como instrumento de defensa.
Cuando sepultamos
nuestra Naturaleza Divina, también lo hacemos con el Amor y nuestra Presencia Yo Soy.
Enterramos a nuestro
verdadero yo bajo innumerables capas de falsas creencias, que nos desconectan
de nuestra profunda Esencia interior.
La Energía de la Fuente
siempre está presente en todos nosotros y está esperando resurgir en su
totalidad.
Por ello debemos
trabajar conscientemente con la exploración de las capas que ocultan a nuestra
naturaleza del Ser original.
Significa reestructurar
el ego con una Conciencia cristalina y brillante, que se soporta en tiempo
presente, en el aquí y ahora, sin apegos al pasado o el futuro.
La programación habitual
de nuestros pensamientos nos hacen ignorar a las sensaciones y sentimientos de
la Conciencia del aquí y ahora.
Estar en el aquí y ahora implica vivir desde el
corazón, sin tiempo, linealidad y expectativas que nos impulsen a movernos de un pensamiento y sueño, uno tras otro.
Significa experimentar
la vida desde la Conexión Divina del Ser,
es la muerte del cuerpo del dolor y la resurrección del Alma de Dios.
Nuestro cuerpo es un
instrumento valioso y sensible, que lo podemos usar para la conexión con Dios,
el planeta, la humanidad, el Universo y los Seres Cósmicos de otras
Dimensiones.
Despertar
a un cambio de Conciencia significa la integración del ego con
la mente, para aprender el manejo de nuestro cuerpo a través del idioma del
Espíritu.
Significa salir de los
sustitutos del Ser para ingresar en la Multidimensionalidad y la Unidad con el
Uno.
Significa eliminar los
patrones negativos y limitantes de nuestros pensamientos y limpiar el cuerpo
del dolor colectivo, por haber purificado los códigos de nuestro ADN.
El objetivo individual
de nuestra encarnación es crecer y ayudar al resto de la humanidad a salir de
la oscuridad y la sobrevivencia que se identifica con el ego y la Mátrix.
Esta forma de
interpretar la misión de nuestra encarnación en este presente, implica salir de
la dualidad para ir al encuentro del Dios que está dentro de nosotros, la
Tierra y el Universo.
A esto es lo que se
llama el “Despertar de una Nueva Conciencia”,
para ver a la Verdad del Amor en la Unidad que reside en todos y en el Todo.
Una Conciencia Despierta incluye moverse sin causa por el simple placer
de acompasarse con la Energía de la Eternidad e Infinito.
Significa la renuncia a
la pertenencia, posesiones, necesidades, juicios y deseos, por haber conectado
la mente con el Amor Incondicional del UNO.
Significa moverse en la
verticalidad de la Energía y Conciencia Crística, sin la forma, tiempo y
espacio de la ilusión.
Significa salir del
esfuerzo de la paradoja tridimensional para integrar la Luz que nos identifica
con la realidad del verdadero Amor.
Significa la integración
interior de las Energías masculinas y femeninas que se fusionan en una Nueva
Dimensión Sagrada del Ser.
Despertar
la Conciencia es encontrar el Camino interior a la
Plenitud del Ser y el regreso a la Unidad con el Uno.
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