Heavenletter # 5117 Publicada el 28 de noviembre 2014
Dios dijo:
¿Quién de Uds. puede decir que es consciente
de la Verdad de la vida, tal como la están experimentando en este momento, en
el mundo?
En la actualidad, tal vez lo mejor que pueden hacer es coquetear con la
vida.
Todavía no han llegado a una conclusión sobre el significado de la vida, sólo tienen conjeturas.
En muchos ocasiones, miran de lejos a la vida.
Se encuentran en
un punto muerto con ella.
Mientras siguen su camino, la vida va por otro tramo y, a
veces, parece que nunca van a encontrarse con ella.
Y así como Uds. tiene sus ideas, la vida también tiene las suyas.
Quizás, estén en una tregua con la vida, al mismo tiempo que no confían en
ella.
Recelan de la vida, permanecen atentos a un posible ataque furtivo de parte de ella.
Amados, ¿por qué piensan que la vida merodea
alrededor de Uds. para quitarles algo precioso y llevarlo lejos?
Unidad con la vida
Querido, te sientes unido a la vida por un delgado hilo, siempre estás en alerta
continua, preparado para las posibles trampas que pueda ponerte.
Simplemente se podría decir que desconoces lo que va a acontecer en la
vida.
Tal vez te falte el aliento por estar admirado con la vida, mientras tanto
sigues preocupado por lo que te tiene preparado.
A veces, incluso, observas a la vida como un enemigo dispuesto a sacarte la
alfombra que pisas.
Te parece que la vida trabaja rápido, a mil por hora.
Sin embargo, la vida te sostiene en la Verdad, sí querido, te lleva con ella.
La vida no te dará un mapa o cronograma para que
te guíes, tampoco te tiene secuestrado.
Quien se autosecuestra en la vida,
eres tú mismo, por así decirlo.
Mientras te ocupas de tus cosas, la vida
te insufla aire para ayudarte a barrer lo que no te sirve o utilizas.
Te deja en otro lugar, en un nuevo sitio o en un rol desconocido y repentino.
Podría decir que un tornado te recoge y te lanza en otro lugar.
Amados, les resulta fácil pensar que la vida ha cometido un error, tal vez la
confundan con alguna persona.
Ambivalencias de la vida
Hijo Mío, sea que encuentres en tu camino dolor o alegría deja de preocuparte, que la vida no comete errores.
Desde tu perspectiva, cualquier sea el caso, piensas que la vida no tiene
derecho a llevarte lejos así como así.
Por lo general te sientes de esa manera, cuando te has acostumbrado a estar
feliz, tranquilo y con los pies en alto, y de pronto la vida te lanza una sorpresa inesperada.
De pronto te percibes en una posición insostenible, como si la vida te mantuviera suspendido en el
aire.
Sientes que pendes en el espacio, sin nada fijo donde apoyarte y así es
como concluyes que la vida, una vez
más, retiró la alfombra de debajo de tus pies.
Así es cómo continúas asumido como un vagabundo poco dispuesto a cruzar un
arroyo, e incapaz de llevar una mochila que tenga grabado tu nombre.
Sientes que la vida es resbaladiza
y que te estás deslizándote a través de sus dedos.
Corazón, por supuesto que todo este planteo es imaginario, sólo quería
describir a que punto te mantienes aterrorizado con la vida y sus cambios.
Podría decirte que, simplemente, no sabes qué hacer con ella.
Amados, sienten que la vida es ambivalente
y conflictiva, que algunas veces es amable y en otras impiadosa, se perciben a
merced de sus caprichos.
Secuestrado por la vida
Cariño, con frecuencia te sientes secuestrado
por la vida, como un prisionero al que nunca dejará ir.
Sientes que te mantiene atrapado y que nunca dejará que sigas tu camino o no
te permitirá avanzar muy lejos.
Pero cuando te permites ver a lo lejos, percibes cuanto has avanzado, que has llegado a un punto alto, notas que has crecido.
Por lo tanto, la vida se
convierte en un sueño, en algo que no es real en absoluto y, aún así, te
sientes debilitado por ella.
Cuantas veces te sientes una rosa lista para brotar, sin embargo, en ese
mismo instante, autosofocas tu plan de vida.
Sea porque te congeles, bloquees o cortes el impulso de seguir creciendo,
haces fracasar tu conexión con la Tierra para afianzar las raíces de tus retoños.
Corazón, todas las flores son felices cuando son recogidas por una razón.
Son recolectadas a mano, son elegidas por su belleza y gracia, no son
pisoteadas.
Hijos Míos, las flores de las que hablo son Uds., nunca estuvieron, están o
estarán secuestrados en sus vidas,
todos son muy amados y pertenecen a Mí Hermoso Jardín.
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