Heavenletter # 4973 Publicada el 07 de julio 2014
Dios dijo:
Permíteme que te cuente la
historia de tu vida en la Tierra.
Este es un relato sin
principio ni fin, es perpetuo y es tu historia.
En el principio, tu nacimiento
en la Tierra dio inicio a un interludio en tu historia o mejor dicho el comienzo de un capítulo.
Se parece a un viaje
hasta el armario para cambiar de ropa y, por lo tanto, de apariencia.
Podríamos decir, que aquí
comienza tu gira en la Tierra.
La aventura de vivir
Tu paso por la Tierra es
similar a una aventura, en la cual cuentas con un breve permiso para ver cómo
es el aire allí, cómo se siente y sí es realmente cierto.
Digamos que recibiste un
pequeño anticipo titulado: “Esto es lo
que la vida puede parecer”, con un subtítulo que dice: “Este es un extracto de la vida finita mientras estás en el Cielo”.
Por supuesto, esta es
una historia donde hay drama.
Tú naciste, lloraste,
jugaste, reíste, rompiste juguetes, inventaste escenas, te tomaste todo muy en
serio, te quejaste acerca de tu destino y mientras te lamentabas de tu suerte,
te sentiste frágil.
Esto quiere decir
que algo no está bien y eso no me parece justo.
Si la primera vez que
lloraste fue al nacer, ¿no fue
suficiente?
Por lo tanto, ¿por qué continúas llorando una y otra vez?
¿Acaso
pensaste que las lágrimas son el sentido de la vida?
En realidad y, sin
embargo, tu historia es única entre cien mil millones o billones de historias
pasadas, presentes o futuras, ¿por qué la
experimentas como si fuera real?
Amados, sus vidas en la
Tierra son las historias de extraños, en una tierra extraña, similar a un
argumento de ciencia ficción.
Simulación de la realidad
Queridos, la ficción es
correcta, ya que esta es una historia de fantasía.
Sin embargo, cuando
entran en la historia se la toman tan en serio, que tiemblan, gritan, mienten,
vuelven a gritar, se acuestan y lloran con lágrimas de verdad.
Las historias te hacen
llorar, se trate de la tuya o la de los demás.
A pesar que es una
ficción, tú crees en ellas y tus sollozos también.
Podríamos decir que las
lágrimas son reales, mientras que la historia no lo es.
Aunque la historia no sea
real, al mismo tiempo, la sostienes y crees en ella.
¿No
es así?
¿Quién es el único que te ha dicho que la vida simulada en la Tierra no es la vida real?
Yo, por supuesto.
Historia dentro de otra
Podríamos decir que la
historia de tu vida en la Tierra es un relato dentro de otro.
Hay dos escenarios que se
iluminan al mismo tiempo, también, podríamos decir que interpretas a dos
personajes.
En uno, ejecutas en el Tierra un
rol que te desconcierta, incluso si te
tambaleas en la vida.
Mientras que en el otro, permaneces en el Cielo enterado de lo que estás
experimentando en la Tierra.
Eres un actor
sobresaliente, podríamos decir que te mereces un premio de la Academia.
En lugar de ello, aceptas
un premio que te angustia, rompe el corazón y encoge excesivamente.
Tan arraigado está tu
rol, que simplemente no te puedes bajar del escenario.
No importa si reclamas
excesivamente, igual continúas representando la escena de protestar.
Amados, por supuesto que
por breves instantes vislumbran la belleza y eso si es real.
Vida de ciencia ficción
Queridos, la Belleza es
real, el Amor lo es e incluso lo son los avistamientos en el Cielo de la
Tierra.
Sin embargo, no logran compensarse a sí mismos en sus permanencias en la Tierra, por el tiempo que dedican a la interpretación del dolor.
Hijos Míos, el dolor no
es real, han sido engañados.
Tal vez, reaccionen
agresivamente si se sienten llevados por la nariz todo el tiempo.
Pero no les desaparece
la sensación de suficiencia cuando todo les va bien, ya que creen haber capturado el verdadero
sentido de sus vidas, aunque sólo sea una ficción.
Con total franqueza les
digo, que la vida es el Amor y su Belleza reside en la Unicidad.
De esto es lo que se
trata la vida y no de toda la periferia o el exterior donde buscan el
entendimiento.
Esto de ningún modo
encaja con sus pensamientos actuales y para que lo haga, desháganse de las
borlas y los flecos.
Amados, dejen la ciencia
ficción de sus vidas e ingresen en el Palacio de Mi Corazón, que juntos surcaremos
los Océanos Celestiales, pondremos velas a los Altos Cielos y podrán elevarse.
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