Heavenletter # 4890 Publicada el: 15 de abril 2014
Dios dijo:
¿Cuál es la diferencia
entre amor y verdad?
Esta es una pregunta muy
sabia que pido te hagas.
Voy muy lejos cuando
digo que el amor es la única Verdad.
Todo lo demás que ocupa la
vida del mundo, se trata de ficción.
Nada es un hecho,
incluso lo que parece serlo.
Todo el alboroto en la
Tierra es un juego, que los hace creer y fingir.
Fingir la vida
Hijos míos, como bien lo saben, viven sus vidas fingiendo.
Cuando observan a la vida desde lejos, pueden fingir y pensar que es inútil amar.
Inutilidad e ilusión no son exactamente lo mismo.
Una de las razones por las que la vida les parece inútil es que está transcurriendo.
Incluso en la angustia, tienen una idea de la continuidad de la vida.
La razón que la vida siga, no significa que sea inútil.
La vida tiene un propósito, incluso cuando se proponen que no lo tiene.
La vida es como una propuesta, planteada en la inmensidad de la eternidad.
La propuesta se muestra en la Tierra, con una historia que no tiene fin.
Popularmente se cree, que la historia termina con la muerte y, sin embargo, esto está muy distante de la Verdad.
Realización verdadera
Por supuesto, que hay
momentos en la vida, que se sienten muy irreales.
Entonces, ¿Qué tan cerca
estás de tu Verdadera Realización?
Mientras sigues así, tu
vida se transforma en una suposición.
En tus sospechas,
conjeturas con esto y aquello.
¿Por qué supones que la
vida se desarrolla de una u otra forma?
En el mientras tanto y
en su mayor parte, tu vida continua transcurriendo de verdad.
Inclusive es muy real,
cuando reconoces tus casi hundimientos, en esta fantástica historia que vives.
La vida es movimiento
¿Quién puede entender
que la vida está cambiando a cada momento?
¿Quién entiende que el
bebé se convierte en un hombre viejo?
¿Quién entiende que la
vida en el mundo sigue sin importar el qué, cómo, cuándo o dónde?
¿Quién entiende que la
vida continúa haya fiesta o hambre?
Sin embargo, cuando se
trata de la vida no hay hambruna, porque la vida desliza sus vapores, paseando
en sus propios rieles, recorriendo las ciudades.
¡Viva la vida!
La vida es un campo
fértil en todas partes, incluso en el desierto.
La vida se supera a sí misma.
La vida es más grande de
lo que piensan.
Inclusive, cuando no es
nada en absoluto o una pantalla dentro de los fuegos artificiales o en una
naturaleza muerta.
La vida en la Tierra
puede ser lo que quieran que sea, aunque sea algo inventado.
La vida no tiene fin
La vida algunas veces puede
estar agachada.
Otras veces puede ser un
rompecabezas que de trabajo.
En algunas ocasiones es
un banquete.
Amados, la vida siempre
es un juego sin fin, porque es Eternidad.
Sin embargo, no es
diferente del Infinito que atraviesa a la Tierra.
Definen a la vida como indeterminada
e interminable, mientras que son Uds. los que no tienen fin.
El tiempo no existe
realmente, es un fraude, con algunos momentos agradables y otros angustiosos.
Solvencia del amor
Sin embargo, pueden
retornar a la solvencia de la Verdadera Vida que es el Amor.
Si vuelven la atención adonde
no hay relojes, las baterías serán innecesarias.
El amor no se adquiere
en ningún comercio, como para decir que falta.
Tampoco se puede considerar
al corazón de donde proviene, como un almacén.
En la Eternidad no se
almacena, por más que en ella exista una infinidad de Infinito.
¡La
Inmensidad no es un camino, es vastedad!
La Inmensidad es tan
vasta como el amor, tiene el mismo alcance y cercanía que el amor.
¿Qué otra cosa podría estar más cerca que el amor?
Puede parecerles que las
obras de amor merecen sólo una ojeada a hurtadillas.
Pero el amor es
omnipresente, tan omnipresente como este momento en el que nos estamos
comunicando.
Este es un momento
interminable, este momento es Nuestro.
¿A dónde va el tiempo?
No va a ninguna parte,
porque no es nada, es como una campaña de ventas y lo hace muy bien.
El tiempo es una conjetura
que adquirió un gran seguimiento.
Todo el mundo en la
Tierra tiene puesta la nariz en la muela del tiempo.
Mientras tanto, la
aventura de la vida prosigue su camino.
Y lo hace hasta llegar a
la atemporalidad de los Cielos, en el que todos y cada uno ha sido siempre, de
una forma u otra.
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