Para los seres humanos,
la creación del cielo en la tierra es una utopía.
La lógica de la vida
discurre entre la confusión sobre el significado de consciencia y la consideración
que condena a los actos emanados del “libre albedrío” como
pecado, sobre todo aquellos que se salen de las “normativas sociales,
culturales y religiosas”.
Esta percepción es porque construyen sus vidas con experiencias independientes del verdadero sentido del Ser.
Tratar de forzar o
manipular a otros para sacar ventajas personales, cambiar creencias y acciones,
es el quid de los problemas dentro de la sociedad.
Se creó un sentido de
pobreza que alimenta la Separación del Ser y distrae
con la lucha diaria para conseguir el sustento, evitando recurrir al Maná y abundancia del Ser interior.
Se alimenta un Ego que disculpa
a las decisiones y acciones que separan
del Ser, con una falsa lógica donde el fin justifica los medios.
Se trata de un modo de compensación o resarcimiento de los extremos, para
lograr el equilibrio dentro de la dualidad.
Pero a su vez, esta
separación continúa creando a sub-egos que nutren permanentemente a una Matrix mental bloqueante compuesta de pensamientos
negativos, que se sedimentan por capas en el Ser, a
través del tiempo.
“No hay cosa en la tierra que jamás se
haya creado o experimentado, que no se origine primero con un pensamiento, antes
de pasar a la acción”.
La separación del Ser
está representada por la fruta prohibida, propiciando en el hombre la conciencia
de verse a sí mismo en una polaridad que lo aleja de Dios.
Esta restricción
representa para el hombre la iniciación de un estado dual que excluye el
sentido de la conexión con una Existencia que lo trasciende.
Cuando el hombre adquiere
el sentido del bien y del mal, se obliga a elaborar una racionalización con
derecho a juzgar a su propia existencia y la de los demás dentro de esa noción.
Niveles de conciencia
Las elecciones son
soberanas en la individualidad y es una libertad que la Conciencia Divina
otorgó al hombre desde su creación.
Desde el comienzo Dios otorgó al hombre la libre voluntad para elegir, sin
extremos, expulsiones o prohibiciones condicionantes.
Tampoco talló en una
piedra leyes que gobernaran su vida, sino que le dio la suficiente libertad
para acceder a los conocimientos internos que lo llevaran a ÈL.
Lo dotó con diferentes
niveles de conciencia para que entienda e interprete la conexión con algo Superior más allá de toda su humanidad, y transite por un camino
espiritual de retorno a la Fuente.
Las características
esenciales del Despertar y la Elevación de la Conciencia,
son el Amor y la reciprocidad hacia otros.
Esta singularidad,
permite superar las barreras de pensamientos negativos y viejas creencias
bloqueantes e iniciarse en el saber que la vida y la realidad no son tal cual
se las conoce.
La madurez y progreso
espiritual, supera a la Presencia Yo Soy, establece
un vínculo con el Yo Superior y brinda libre acceso a
la abundancia, como experiencia clara y directa de la Presencia Divina.
Posibilita abrirse a la
experiencia de reconocer la necesidad del cambio a Uno Mismo,
con Perdón a Sí Mismo, sin influencias externas,
en una espiral ascendente que permite el uso de la energía interior,
mediante la imaginación e intuición.
El cambio puede ser una
experiencia difícil y dolorosa y se alcanza a medida que se limpian las capas
de negatividad que permiten escapar, paulatinamente, de la prisión del Yo separado.
La meta es equilibrar la
Trinidad cuerpo-mente-espíritu, a través de los viajes al interior del Ser y acceder a los remolinos de energía que
componen el ADN.
Cuando se logra unir las
fibras del ADN humano con el de la Divinidad, se
transforma en una espiral continua de ochos, que hacen al símbolo del Infinito
y de la Divinidad, y superar las barreras de la separación con la Esencia.
A medida que se aprende
a usar la energía para la consecución de los deseos y sueños personales, se
retoma el conocimiento que encarna a la voluntad y poder en una unidad vertical
con el Universo y una unidad horizontal con toda la vida.
Se toma conocimiento de
la naturaleza y destino divinos, con conexión a la unidad vertical de la Presencia Divina, que permite aceptar que el mundo material
no tiene ningún poder sobre el Espíritu.
A medida que se produce
la transición del Ser individual al Ser Universal, se adquiere una autosuficiencia emanada de
las indicaciones de la Conciencia Universal, sin
influencias externas y con repercusiones a la conciencia global del planeta.
Se logra un sentido de
independencia por encima de la sensación ilusoria que se vive mientras se
permanece dentro de la polaridad del Ser.
Todos contamos con el
alcance para hacer la transición de chispa divina en unidad
con la Flama de Dios e incorporar a la conciencia la
trascendencia del tiempo, espacio y causalidad.
En el proceso evolutivo no existe la dualidad bien/mal,
Sino la abundancia de posibilidades
Para experimentar lo que se elija.
Cuando se crea el cielo
en la tierra, desaparece la noción de pasado, presente y futuro y se vive en el
ahora en un estado de verdadera eternidad.
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